Tipos de radiadores para calefacción central
En el
mercado se pueden encontrar, principalmente, cuatro tipos de radiadores:
hierro, chapa, aluminio y acero. El material influye en el tiempo que tarda el
radiador en calentarse y enfriarse, pero también la cantidad de energía que
consume.
·
Hierro. Son radiadores muy pesados, que exigen colocarse sobre una pared
con gran resistencia. Su principal ventaja es que mantienen muy bien el calor,
incluso después de apagado, a pesar de que tardan más tiempo en alcanzar la
temperatura idónea.
·
Chapa. No admite la instalación por módulos, pero es de los más
económicos. Apenas se utiliza en las viviendas hoy en día, aunque su
rendimiento es bueno.
·
Aluminio. Es el radiador más demandado, puesto que se puede instalar por
módulos y esto le permite adaptarse a cualquier altura y anchura. Se calienta
muy rápido, lo que crea una casi inmediata sensación de calidez. Su principal
desventaja es que, al apagarse, el calor se va igual de rápido que vino.
·
Acero. Es uno de los modelos más caros. Al igual que los radiadores de
aluminio se calienta rápido, pero al contrario que en estos, el calor tarda más
en escaparse.
El purgado de radiadores
El purgado de los radiadores es una práctica muy
sencilla que ayuda a mejorar el rendimiento del sistema de calefacción. Se debe realizar en
todos los radiadores y su finalidad es sacar el aire que se acumula en el
interior de estos aparatos. Si no se hace, se interrumpe la circulación del
combustible y el radiador no calienta de manera homogénea. Cuando el purgador
es automático el aire se expulsa por sí mismo, un sistema recomendado en los
radiadores de aluminio. Si el purgador es manual, en cambio, hay que realizar
este proceso cada vez que los radiadores se pongan en marcha tras una temporada
sin utilizarlos.
Las bajas temperaturas típicas del invierno invitan a encender la
calefacción. Sin embargo, tras varios meses parados, los radiadores pueden
tener acumulado aire en su interior. Hay dos señales que lo confirman: cuando
el radiador está frío en la parte superior y cuando se escucha un ruido
característico, tipo gorgoteo, cada vez que el sistema se pone en marcha. Este
aire se forma en el propio circuito de calefacción y, en el caso de los
radiadores de aluminio, se produce durante la descomposición del agua. Su
presencia provoca que el radiador no caliente de manera correcta, por lo que
hay que expulsarlo al exterior.
Respecto al purgador automático, se emplea especialmente en radiadores
de aluminio, ya que en estos se genera habitualmente una mayor cantidad de aire
durante el proceso de descomposición del agua, en el que pierde oxígeno.
Resulta muy cómodo porque no hay que estar pendientes del purgado y, al
asegurar la expulsión del aire sobrante de manera automática, los radiadores
funcionan siempre correctamente. Aunque tampoco conviene descuidarse.
El purgado se debe realizar al inicio de cada temporada de frío,
"antes de poner en marcha la calefacción por primera vez". No es
necesario realizar el purgado cuando no se usa la calefacción, por ejemplo en
verano.
El purgado se tiene que realizar en todos los radiadores de la
vivienda, independientemente del combustible que utilicen.
Una vez que se concluye
este proceso, el ambiente vuelve a calentarse de manera homogénea. Otra prueba
de que el purgado se ha realizado correctamente es comprobar la presión.
"Tendrá que estar a un 1 bar". Al
expulsar el aire del radiador se consigue que por el sistema circule de nuevo
combustible en estado óptimo. En el caso del agua ocurre que, al quedarse en el
interior, pierde oxígeno, se vuelve corrosivo y puede dañar las tuberías
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